El control de estabilidad o ESP (Electronic Stability Program) representa uno de los avances tecnológicos más importantes para la seguridad al volante. Desde su desarrollo en 1995 se ha seguido evolucionando y mejorando, al mismo tiempo que estudios confirman su efectividad. Gracias a este sistema, se puede reducir la mortalidad en carretera al evitar que el vehículo salga de la vía y en buena medida también aquellos accidentes originados por pérdida de agarre o adherencia.

Este sistema electrónico trabaja conjuntamente con el ABS y el control de tracción para mantener en la medida de lo posible siempre el control del vehículo. El control de estabilidad consiste en un sistema que actúa sobre el vehículo cuando se detecta que pierde la trayectoria marcada por el volante.

El sistema actúa sobre los frenos para recuperar el control del coche y alcanzar la estabilidad necesaria para volver a la trayectoria adecuada. Para ello se basa en unos sensores que se encargan de recabar la información y actúan en el sistema de frenado y la unidad de control electrónico, encargada de analizar los datos obtenidos y de ejecutar la orden necesaria.

¿Qué debemos tener en cuenta en relación con el control de estabilidad o ESP?

El control de estabilidad está pensado para actuar en caso de pérdida de adherencia y/o salida de la trayectoria. Por tanto, su efectividad se basa mucho en el comportamiento del volante. Como conductores, debemos controlar el volante de forma precisa, sin hacer contravolante ni movimientos bruscos, a fin de que el sistema pueda en todo momento identificar la trayectoria correcta. Como siempre en la carretera, la conducción prudente es la elección correcta.

También es importante que el vehículo esté en un estado óptimo de conducción. Es decir, que los neumáticos estén lo mejor posible para garantizar la adherencia y que el control sobre ellos permita recuperar la trayectoria de forma eficaz.

¿Debemos llevar siempre activo el control de estabilidad?

El control de estabilidad es un sistema de ayuda a la conducción, pero no es obligatorio. Según el fabricante, podremos desactivarla y/o limitarla para que se ajuste a nuestras preferencias al volante. El motivo de que no sea obligatorio es que en algunas superficies puede ser mejor no tenerlo activado, por ejemplo en aquellas en las que necesitamos que las ruedas derrapen. Precisamente por ello en conducción deportiva no es un elemento que ofrezca normalmente buenos resultados.

También se permite su desactivación por seguridad. Si el sistema sufre una avería con su desactivación se permite seguir conduciendo mientras que si fuera imprescindible no podríamos usar el vehículo. Por descontado, si no se da ninguna de estas situaciones, lo más recomendable es conducir con el ESP activado.

¿Qué tipo de vehículos lo llevan?

Desde el año 2014 el sistema de control de estabilidad es obligatorio en todos los nuevos coches de Europa. Concretamente se debe instalar en aquellos vehículos con una masa máxima autorizada inferior a las 3,5 toneladas y que estén matriculados en la Unión Europea.

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ESC, DCS y ESP ¿Cuáles son las diferencias entre ellos?

A la hora de hablar de control de estabilidad, podemos encontrar muchas siglas relacionadas. ESP por su denominación en inglés es lo más conocido (Electronic Stability Program), pero también vemos a veces que un fabricante habla de DCS o ESC. En realidad todo está haciendo referencia a lo mismo, pero por nomenclatura o por motivos comerciales, cada fabricante elige un modo de llamarlo distinto.

De esta forma, tenemos ESC para hacer referencia a Electronic Stability Control y DSC cuando se habla de Dynamic Stability Control, DSTC por Dynamic Stability and Traction Control, VSA para Vehicle Stability Assist o VSC para Vehicle Stability Control.

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